En el horizonte el reflejo de los últimos rayos del sol anunciaban el fin del día y la entrada de la oscuridad.
Su ténue luz la hacía sentir como en un sueño. Era precioso. El cielo enrojecido, el reflejo del ocaso sobre las nubes, la luz cada vez más débil... sí, la luz, esa luz que parecía luchar por sobrevivir en un intento desesperado e imposible, exhalando su último aliento sobre el viento q movía sus cabellos.
Los dos corrían en su lucha desesperada por llegar a tiempo, en conseguir su objetivo antes de que la oscuridad se cerniese sobre ellos. Pero no, pese a su deseperación, ya no parecía posible.
El dolor de sus piernas le hacía imposible ser más rápida. Se sentía como un lastre y exclamó:
- Sigue tú. Déjame a mí. Yo ya no puedo ir más deprisa. Ambos sabemos que a este ritmo no llegaremos a tiempo y tú... ¡¡¡tú lo puedes conseguir!!!
Nunca os habéis sentido como en una peli? :D
Vamos, no me digáis que no. La vida muchas veces es cómo la vemos y cómo la sentimos. Esto q he contado no es ni más ni menos que mi adornada experiencia de hace un ratito.
Hemos salido a correr y, la verdad, desde los 10 km. de ayer tengo unas agujetas que me muero.
Imposible, a pesar de q la noche nos caía encima, correr más deprisa. Y entonces, mientras me esforzaba por correr un poco más rápido por miedo a caer por falta de luz, entonces llegó ella, la noche, cubriendo con su manto el camino, las piedras, los baches... pero nunca... mi imaginación ;)
Y ahora es el momento de dejarla ir, con esta canción q tanto me gusta:
let her go
Passenger - let her go
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